jueves, 16 de abril de 2009

Libertad

-¿Sabes que rumorean los del pabellón 7?

-No tengo idea.

-Dicen que hoy se va un grupo, que hoy liberan a gente de este pabellón.

-¿En serio? ¿Estás seguro?

-Y... viene de Gustavo, así que lo tomo con cautela, pero tengo mucha esperanza.

-Pero la otra vez era mentira...

-Fue un error de inteligencia, algo común en un lugar como este. Además es muy probable que esta vez sea en serio. Estos días ha habido mucho movimiento; es como que todo está muy raro últimamente.

-Tienes razón. En las duchas escuché que en los demás pabellones están liberando a muchos. Los primeros pabellones están casi vacíos.

-Y es que esto no se puede sostener mucho más. No puedes tener a tanta gente encerrada durante tanto tiempo, sobre todo en estos días. ¿Sabes la cantidad de recursos que consumen estos lugares?

-Es gente que podría estar en otro lado, siendo más útil.

-Exacto.

-Pero bueno, esta gente parece ser un poco menos lógica que el resto.

-Igual ya tenemos datos de que están liberando, de eso no queda ninguna duda. ¿Te pusiste a pensar que es posible que nos liberen?

-¿A nosotros?

-Y si, ¿o no estamos en este pabellón?

-Pero entre tanta gente, ¿crees que la libertad va a elegirnos a nosotros dos?

-Está dentro de las posibilidades.

-Yo no tengo tantas esperanzas.

-Bueno, la esperanza es lo último que se pierde.

-Es lo único que nos sigue engañando hasta el final. No por nada estaba dentro de la Caja de Pandora, entre los males que azotan a la humanidad.

-Aunque la esperanza salvó a la humanidad de la muerte, la mantuvo viva

-¡Ja! Es bastante rara tu última frase en esta conversación.

-Puede parecerlo, pero no lo es. La esperanza ilumina todos los deseos del hombre, todo aquello que parece inalcanzable pero posible es bañado por la esperanza.

-Es una gran paradoja lo que acabas de decir, he ilustra de manera perfecta lo que es la esperanza. Por eso no me gusta.

-Por eso a mi sí me gusta. La esperanza nos mantiene vivos...

-De nuevo...

-¡Es que es así!

-Pero igual suena desubicado en este diálogo y en este lugar.

-Bueno, no nos vayamos del tema. ¿Si somos nosotros los liberados?

-Tendré que decir “gracias” cuando me saquen.

-En serio te estoy preguntando.

-Y mi respuesta fue en serio. ¿Qué quieres que haga? Además también puede ser que se lleven a uno de nosotros y no a los dos.

-Nunca había pensado en eso.

-Bueno, es hora que te lo pongas a pensar.

-No quiero que uno de los dos se quede acá. Vamos a ser libres los dos.

-Como dijiste vos recién: “es una posibilidad”

-No es ninguna posibilidad, Claudio; esa es la realidad.

-¡Si que tienes esperanzas!

-...es lo último que se pierde. Es lo que nos mantiene...

-No digas eso de nuevo. En todo caso digamos que la esperanza nos da fuerza para resistir todo lo que halla que resistir para llegar a un fin determinado.

-Bueno, digamos eso. De igual manera vamos a ser libres los dos.

-Está bien, te lo acepto. Pero sólo porque sos vos, Gonzalo. A otro le hubiera...

En todo el pabellón se hizo silencio de repente: había entrado un oficial con unos soldados. Caminaba por el pasillo, seleccionando a algunas personas. Algunas iban solas para afuera, otras se tiraban al suelo y le pedían piedad. Muchos lloraban, aunque sea en silencio. Los que se resistían un poco eran golpeados por los soldados y arrastrados hasta la salida.

Llegó hasta Claudio y Gonzalo. Se paró y los miró a los dos. Finalmente señaló a Gonzalo. Este miró a Claudio un segundo y le sonrió. No se movió hacia la salida, se quedó allí. El oficial lo señaló de nuevo, pero no se movió. Dos soldados fueron a llevarlo, pero Gonzalo se agarró a su cama y no lo podían soltar. Entonces el oficial se enojó, tomo el arma que traía y le disparó a la cabeza. Inmediatamente quedó inmóvil, sus pupilas se habían ido hacia atrás. La sangre salía a borbotones del agujero que tenía en la cabeza. Muchos se alteraron en el pabellón y comenzaron a gritar, pero todos se callaron cuando el oficial gritó y disparó al aire. Bajó la mirada y respiró profundo. Levantó la vista y señaló a Claudio, quien inmediatamente se dirigió a la salida, sin ofrecer resistencia, caminando lentamente. Antes de llegar a la puerta, Claudio giró su cabeza y miró el cuerpo inerte de Gonzalo. “Gracias” salió de sus labios.

Claudio pensaba. Hasta donde llegó Gonzalo para darle la libertad. Se nota que no soportaba la idea de que uno de los dos se quedara allí, encerrado para siempre... o aunque sea por otro día más. Hasta parecía que todo lo había planificado él. Nunca perdió las esperanzas... y las esperanzas no fueron en vano.

Llegaron a ese edificio que todo el mundo temía, aunque él no entendía por qué. Entraron. Claudio habló con uno de los hombres de allí. Entró y se puso donde le había indicado el hombre el lugar donde sería más rápido. Claudio pensaba. Las esperanzas eran esa fuerza vital que llevan a lograr lo que uno desea, sin importar que. Se nota que Gonzalo tenía esperanza; había logrado lo que quería, los dos serían libres. Si hasta parecía que todo lo había planificado...

El gas salió he inundó inmediatamente todo. Claudio cerró los ojos. Libertad.

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